martes, 30 de octubre de 2012


Tu eres sacerdote eterno
ministro de Dios y siervo de los hombres
hoy beso tus manos que nos curan del pecado
lavo tus pies que caminan por llevar la palabra de Dios
refresco con agua tus labios para que sigas proclamando
la Buena Nueva del Reino.

Hoy agradezco a Dios que te ha elegido
para gritar que el amor está vivo.
Hoy te agradezco a ti que sabiéndote frágil
te fortaleces con la Gracia de Dios.

Sigue llevándonos al Padre por su Hijo
conducidos por el Espíritu Santo.
Danos siempre de ese alimento que nos 
da la vida eterna y sigue trasmitiéndonos
la misericordia y el perdón de Dios.
Padre Víctor, toda la comunidad del perpetuo socorro la cual condujo amorosamente por cinco años, le agradece por tan grande servicio a cada uno de nosotros.
Pues como olvidarlo, si con nosotros compartió los mejores momentos, pero también los más tristes, como padre amoroso corregía nuestros errores para hacer de nosotros mejores personas y mejores cristianos, todos nosotros le debemos gratitud por este tiempo tan especial junto a los suyos, solo queda por decir Dios le pague por el tiempo que nos dedicó y que el Señor lo acompañe en esta misión que le ha encomendado. Cuente con nuestras oraciones y nuestra amistad.
Pero este no es un adiós este es un hasta pronto porque lo esperamos de vuelta para seguir compartiendo con nosotros su experiencia sacerdotal y sus historias graciosas con las cuales alegraba nuestras vidas.



La catequesis.

En la Iglesia, con el deseo de que las personas llegaran al conocimiento de la verdad, que es Cristo, y así cumpliendo con su mandato de ir por todo el mundo predicando la Buena Nueva, se implantó una forma muy particular de enseñar lo que ha hecho Dios a través de los siglos por todos los hombres, llamada Catequesis.

Ésta dio muchos frutos en sus comienzos, pues, podemos observar que en el libro de los Hechos de los apóstoles, eran muy fructuosas las predicaciones y enseñanzas de los cristianos, ya que lo hacían con arrojo y valentía, obedeciendo a Dios antes que a los hombres y comprometidos con la causa de Dios. Pero con el paso del tiempo, se fue perdiendo el ardor pastoral, y se llegó al punto de que la catequesis fuera un “juego de memoria” y no una experiencia de fe, una vivencia real. Desde estos momentos la catequesis se encuentra en problemas.

Los elementos básicos de la identidad catequética, son: Su objeto o contenido; es decir, la Palabra de Dios, su objetivo; la fe como respuesta a la Palabra de Dios y el polo institucional o comunitario, la Iglesia, y en estas áreas, se han presentado varios problemas por diversas situaciones.
Pero tampoco se debe realizar un empeño por criticar la catequesis de nuestros días, puesto que en ella también encontramos grandes valores que no se han perdido y que se conservan aún como tesoros valiosos de evangelización.

Siendo así llegamos entonces a la conclusión de que la catequesis tiene una serie de luces y sombras, pero está en crisis, ya que hay crisis de Dios e indiferencia religiosa. Se puede apreciar que en el proceso tradicional de iniciación cristiana ha fracasado “no inicia sino que concluye”. En el proceso de iniciación, las personas deberían quedar enamoradas del Señor y con un amor indudable por la Iglesia y lo que a ella se refiere, viendo allí su propia casa, pero por el contrario, sucede que al recibir estos sacramentos, no se vuelven a acercar nuevamente sino cuando van a recibir o a participar de otro; como para casarse, o por el bautismo de su hijo, o por la muerte de un ser querido, o circunstancias similares, dado todo esto por la poca disposición de los fieles para recibir el mensaje de Dios, y por la poca responsabilidad de los agentes.

Con respecto a los catequistas, se presentan otras clases de problemas, ya que, hay casos, en los que ni siquiera han tenido una experiencia personal con Cristo ni le han entregado su vida, y si no ha acontecido esto, no anunciarán con el entusiasmo y el convencimiento, que el ser humano es capaz de Dios y que su plan es que todos nos salvemos. Varias de las cuestiones que suceden con los agentes, son: Mala preparación, falta de compromiso, relajamiento religioso, mala comunicación; pues anuncian a Cristo con miedo y lo muestran de una manera distorsionada, dicen verdades como si fueran mentiras, sin convicción, poca responsabilidad, no se ha difundido bien el mensaje, se da una respuesta fácil y superficial a la pastoral, enamoran a las personas de sí mismos y no del evangelio, se presenta mucho antitestimonio y mal ejemplo, la catequesis para adultos, no avanza. Entre muchas otras cosas que hacen que la transmisión de la fe no toque los corazones y se quede en los fieles.  Pero, no solo son los agentes, los involucrados en este problema, ya que si vamos a la raíz, la culpa la tienen todos, pero de manera especial, aquellos que administran los sacramentos y son los primeros responsables del cuerpo místico de Cristo, la Iglesia, ya que también han mostrado poco compromiso y con el tiempo, y poco a poco han ido  perdido lo que Dios les ha confiado: Los fieles, y con ellos la Iglesia.
Ahora, analicemos detenidamente que es lo que pasa con la sociedad, porque la respuesta a Dios y a la Iglesia ha sido muy mediocre, y aparte de los agentes y pastores puestos al servicio del reino hay también espacios implicados en el problema de catequesis.

Uno de los lugares donde se ha perdido gran valor por lo sagrado, es la familia. En tiempos pretéritos, las familias eran verdaderas escuelas del evangelio, pero todo esto se ha olvidado, y así, se ha perdido la cercanía y el interés de unos por otros, perdiendo las posibilidades de anunciar a Cristo en sus hogares.
También la cultura ha sido uno de los lugares determinantes en la carencia del mensaje  evangélico, generando una apatía hacia la Iglesia y despreciando el sentido religioso, contribuyendo con las apetencias personales y defendiendo el don de la “libertad”, al cual le dan una definición equívoca, ya que la libertad, es la posibilidad de escoger el bien, no de hacer lo que a cada cual le parezca, y presentándola como un espacio de antonomasia autónoma. En su mínima aceptación del evangelio, impulsan las formas personales o la decisión de creer como se quiera creer, pretendiendo crear una religión a la carta que contenga solamente lo que a cada cual convenga, teniendo una falsa imagen sobre la religión, pues piensan que hace espectáculos, que resulta ser un producto de muchos, que adopta posiciones sincréticas de aceptación de otras formas de religiosidad. En definitiva la cultura no está recibiendo el mensaje de Dios o si lo recibe lo hace de una manera no muy sana, que sólo puede sanar, en la vivencia cotidiana con el Maestro.

Frente a los fenómenos de la  actualidad, la Iglesia debe hacer algo, es urgente la necesidad de una renovación pastoral, en donde los métodos que no han dado resultado, sean olvidados y la unción del Espíritu Santo se derrame con creatividad y nuevas ideas para esta conversión. La catequesis debe caminar al ritmo de los tiempos y estar siempre actualizada si es necesario.

Los cristianos deben hacer un serio análisis sobre la forma en que se está evangelizando, decidirse, y entregar la vida por el evangelio, haciendo una reflexión profunda sobre las cuestiones de mayor delicadeza y aquellas que están funcionando bien. Haciendo una catequesis permanente con un contenido íntegro que encierre aquellas verdades cristianas que las personas ignoran.

Con todas las situaciones que se presentan, la preocupación por la fe y la construcción del reino de Dios, es indiscutible. Por eso el Papa Juan Pablo II hablaba sobre la nueva evangelización y renovar los campos pastorales haciéndolos nuevos en ardor, en métodos y en expresión.

Si la Iglesia no actúa, y se dedica a proponerse una conversión pastoral, poco a poco menos personas conocerán a Dios, cuestionémonos pues, ya que si no evangelizamos, podríamos llegar a plantearnos la siguiente pregunta: ¿Seremos nosotros los últimos católicos? Si nos quedamos quietos esto sucederá, pero se debe llegar si es necesario, a observar la Iglesia de los comienzos y tomar elementos que en estos tiempos fueron fundamentales y que nosotros debemos traer al HOY.
 Pastoral Juvenil del Perpetuo Socoroo. Despedida del Padre Victor.
 Victo Hugo Aamillo el paselo
 Los recuerdos gratos de la evangelización, como la semilla que se siembra en el corazón de los que tienen deseos de amar.
 Propedéutico 2012

 La Hacienda Napoles
Las cosas hermosas que Dios pone para que el hombre sea feliz

Sin duda alguna, a través de los tiempos se ha podido apreciar, a la cantidad de personas que Dios llama, haciendo una invitación a seguir su camino. Este don precioso de la vocación, es un regalo que se otorga al hombre para que continúe la obra a la que Dios ha dado inicio, buscando que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Y puesto que es un regalo de Dios, es algo que se debe cuidar con esmero y atención, tanto cada persona de manera individual, como la Iglesia en conjunto. Dios confía su Iglesia a los hombres, pero la guia a la luz del Espíritu Santo, que ilumina a cada vocacionado, y le indica, si es dócil a su acción, los caminos a seguir.
Es innegable que el tiempo de hoy, es un tiempo lleno de cambios y de novedades, algunas buenas, pero otras no. Frente a estas situaciones por las que pasa nuestro mundo, es necesario hacer un alto y realizar un análisis sobre la manera en que se está obrando y pensar en como se debería obrar, de manera especial va referida esta reflexión a la vida consagrada hoy.
Hay varias situaciones referentes a la vida consagrada en el presente, pues, sin lugar a duda la vida consagrada es un don de Dios para su Iglesia, y esta ha sufrido fuertes cambios que la han llevado a plantearse un autoexamen, para así, sacar a luz todas las fortalezas y debilidades que se presentan.
Tal vez la vida religiosa, pasa por un momento de crisis, se nota esto, al ver que varios institutos de vida consagrada han desaparecido por diferentes circunstancias, especialmente por falta de vocaciones y perseverancia. Sin embargo en la vida consagrada se percibe también un aire que da respiro y pone esperanzas, se ven jóvenes comprometidos, que renuncian a sus planes y dan apertura a la acción que Dios les ha encomendado, de manera especial en la misión, jóvenes que podrían estar caminando a la par con el mundo, buscando satisfacer sus necesidades y viviendo entre las adicciones a las sensaciones, solucionando sus cuestiones personales y viviendo para sí mismos, pero en cambio es muy resaltable la disponibilidad que ellos han mostrado para con la Iglesia, entregando sus propias vidas, y dándola por el otro a imitación del mismo Cristo.
La vida consagrada, es una forma estable de vivir en la cual los fieles, siguiendo más de cerca a Cristo bajo la acción del Espíritu Santo, se dedican totalmente a Dios como su amor supremo, para que, entregados por un nuevo y peculiar título a su gloria, a la edificación de la Iglesia y a la salvación del mundo, consigan la perfección en la caridad y en el servicio. Estos, deben unir la consagración, la vocación y la misión, ya que, la razón de ser de la vida consagrada es el apostolado. Es de gran importancia, que lo que los consagrados proclamen en sus apostolados, lo sostengan con su testimonio de vida, ya que las personas pueden hacer caso a su voz, pero con su forma de hacer vida el evangelio los demás se motivarán y se animarán a seguir los pasos del Maestro.
Al hacer un acercamiento a la vida consagrada, es imposible realizarlo sin remitirse a los consejos evangélicos, ya que estos son un fuerte lazo que los une a Dios, y que ellos en plena libertad y completa donación han aceptado cumplir. Allí se pondrán a luz solo algunas luces y sombras de lo que se percibe.
El voto de la pobreza, ha tenido gran fuerza en algunos institutos consagrados, pues, perfectamente se ha podido notar un gran compromiso con la sociedad, de personas que viven con los suficiente, y lo demás lo utilizan para mostrar a los que carecen de algún bien el amor de Dios que se infunde por medio del don de la caridad. Pero, el voto de pobreza, ha sufrido también ciertos inconvenientes en la vida consagrada, se ven sacerdotes y religiosos que derrochan su dinero, viviendo no como servidores del evangelio sino como ecónomos que solo buscan comodidades y poder.
El consejo evangélico de la obediencia, ha sido respetado y cumplido de manera especial por los jóvenes, ya que, entregando su vida a la disposición de la Iglesia y de lo que los superiores creen conveniente para la extensión del reino, realizan misiones en lugares inhóspitos, ponen sus dotes intelectuales al servicio de casas de formación y así cada cual según sus cualidades, haciendo caso al lugar donde Dios los necesita, han mostrado buena disponibilidad. Mientras que otros consagrados no se han desprendido de sí mismos, y prefieren los lugares mas cómodos para trabajar sin tener en cuenta que deben llevar el evangelio a los lugares donde Dios convenga.
Y tal ves el consejo evangélico que mas ha sufrido en la actualidad es la castidad. Todos somos consientes de los escándalos vergonzosos y abominables que se han puesto al descubierto, y esto hace una profunda herida a los fieles y pone cierta desconfianza, que es lo que ha hecho que tantas personas hayan abandonado su casa; la Iglesia. Pero también es de observar que un gran numero de sacerdotes y consagrados en el silencio, viven este don precioso y lo cuidan como un tesoro. Es imposible vivir el don de la castidad, sin tener una profunda intimidad con el Maestro, realizando una sincera oración y pidiendo las fuerzas necesarias para cumplirlo con alegría. Para esto, se debe comprender, que la castidad, el celibato y la virginidad, se sostendrán en una entrega a los demás, realizando la ascesis con perseverancia, ya que podremos alcanzar una madurez afectiva solo con la gracia de Dios. También se ha de tener en cuenta que la parte sexual, va intrínsecamente ligada al ser humano, y no se debe ver como algo extraño, sino como la condición en la que nos creo Dios.
La vida consagrada debe ser muy bien conservada, la Iglesia, encargada de velar para que todo esto llegue a manos del Padre, se esfuerza por velar que todo marche bien, y todos se deben sentir comprometidos con la causa de Dios, orando por todas la necesidades de la misma, se puede hacer un esfuerzo, y desde ya buscar soluciones eficaces, no quedándonos enfrascados en buscar los errores, sino teniendo esperanza y certeza de que Dios nos ayuda.